0059_Agustín Acosta. Cuarto. 24
Agustín Acosta 24º
IV
La luz de la mañana, temerosa
como un niño en acecho sorprendido,
puso una tenue suavidad de rosa
sobre su frente se Musset dormido...
Apto para la estatua, sorprendía
ver tan de mármol en la felpa roja
a quien fue capitán de la ironía
y sacerdote de la paradoja.
¡Quietud en flor de la inquietud futura!
¡Breve descanso corporal que encierra
la negra y formidable conjetura!
Sólo queda, después de tanta guerra,
un suspiro que abrir: la sepultura,
y un seno más que fecundar: la tierra.
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